sábado, 2 de febrero de 2013

sin embargo, lo hiciste

Y estás en lo más profundo de un pozo sin fondo y, al parecer, hacerte daño físico a ti misma te desahoga. Sin pensarlo agarras un tornillo que se había caído de tu cama. ¿Pincha? si, lo suficiente, podría valerte. Te remangas las mangas del jersey de tu abuelo, las cosas podrían ser diferentes si él aún estuviera contigo, en fin. Ese pensamiento no te detiene y continúas. Y pones ese tornillo en contacto con tu piel y comienzas a dibujar lineas a lo largo de tu antebrazo, unas sangran, otras no tanto; y continúas. Te duele pero no más que todo el dolor que tienes dentro de tu cuerpo. Y se acabó, no más hay sitio en tus brazos para una recta o raja como queráis llamarlo. Los miras, joder, lo acabas de hacer y ya te arrepientes, lloras, pero eso ya no sirve de nada. Esta vez te has pasado. Vas al baño y te maquillas de forma que disimule el desastre que has causado. Pero eres consciente de que el maquillaje tapa las heridas externas, las internas ya no se curan. Te arden los brazos, duele, una vez más has incumplido la promesa que te haces siempre que esto sucede: No me merecen,soy una tía increíble, prometo que jamás lo volveré a hacer. Sin embargo, lo hiciste.

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